DE LA HIPOCRESIA AL CINISMO

Tal es el camino que Martina Iñiguez ha recorrido en su discurso relativo a la Cédula de 1920. Quien le entregara este objeto, Sr. Walter Santoro, ha afirmado por escrito, con total honestidad, que se trata de una “realización artística”, obtenida a partir de diversos elementos existentes en Internet. Pese a estas afirmaciones que no admiten interpretación, esta persona ha insistido hasta último momento en que la “cédula” es una “réplica facsimilar”.
Luego de trabajosas y superfluas explicaciones sobre el significado de diversos términos, buscando en Wilkipedia lo que la verdad le niega, cambió su estrategia. Decidió, en primer lugar borrarme de la página de Facebook, y modificar radicalmente su discurso. Con pretendida jocosidad, ahora deja de lado el eje de la disputa, y se jacta que ese objeto carente de todo valor histórico y museográfico, esté expuesto en el establecimiento conocido como Museo de Tacuarembó. Sus incondicionales aplaudidores compulsivos, lejos de molestarse o requerir explicaciones, han festejado paso a paso este camaleónico proceso con algarabía, como si se tratara de un triunfo en un partido de fútbol.
Algo de eso hay, sin duda, atrás de todo esto. Quienes fingen buscar la verdad, en realidad sólo persiguen la destrucción del adversario, y la victoria de su causa, que confunden con una empresa nacional, vinculada a la épica deportiva. Otros, insisten con empaque doctoral y reflexiones filosóficas en averiguaciones que nada tienen que ver con el tema en cuestión, que consiste simplemente en si la Cédula es una “reproducción facsimilar”, o un objeto creado con diversos elementos. La respuesta ya la ha dado el Sr. Walter Santoro.
Vamos ahora a la segunda y profunda falacia de todo este montaje. Contrariamente a lo afirmado por la promotora de estos mamarrachos, la mal llamada “aparición” de este documento no prueba absolutamente nada. Toda la documentación de Gardel dice lo mismo. Así es que para el caso, lo mismo importa esta cédula que su Libreta de Enrolamiento o cualquiera de sus pasaportes. Martina Iñiguez lo sabe bien, por eso necesita cada tanto entusiasmar a sus fieles con algo inesperado. De ahí su anuncio de increíbles y muy próximos hallazgos. Así muy pronto, ante nuestros asombrados ojos, se materializarán testamentos, fotos, archivos, quizás hasta una partida de nacimiento que una viejita encontró en un arcón. Eso sí, la anciana no sabrá porque tiene esa documentación (de la que sólo entregara copia, claro está), y, por supuesto, no querrá dar su nombre. Hermanos: Tengamos fe.

Enrique Espina Rawson
Presidente del CEG